Quiénes somos
Nuestra historia
El Molino está hecho de gente de toda la vida que nunca es capaz de irse, pero también de los que no han podido evitar volver y de los que llegan tarde y deciden quedarse. Genera un sentimiento de pertenencia entre sus vecinos que se contagia y te invita a participar, aún sin quererlo. Lo sabe cualquiera que se haya tomado una cerveza en La Canalla, o en alguno de los bares de la recientemente peatonalizada Calle Adriano. Allí las mediodías de los sábados se eternizan mientras el sol se cuela entre las hojas de los naranjos y los niños descansan de sus padres jugando en 'la Don Miguel'. Lo sabe quien ha probado las torrijas del Villar y lucha incansablemente en contra de su estacionalidad. Lo sabe quien ha desayunado churros en el Patrón después de salir del Centro de Salud y quien ha sentido el orgullo de pasar del 'cole amarillo' al 'cole verde'. Lo sabe quien lo ha visto crecer y aún hoy sigue batallando hacerlo mejor. Cuesta trabajo aparcar, sí. Pero es tan bonito ser del Molino que al que tiene esa suerte ya ni le molesta.